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Sevilla es mucho más que sus grandes monumentos. Si ya has visitado la Catedral, la Giralda o el Real Alcázar, es momento de ir un paso más allá y descubrir rincones menos conocidos que también forman parte del alma de la ciudad. En esta guía, pensada especialmente para viajeros curiosos, te presentamos cinco lugares únicos que no siempre aparecen en las guías turísticas, pero que merecen un espacio en tu itinerario.
Estos destinos ofrecen otra mirada de Sevilla: más tranquila, más auténtica, y muchas veces más sorprendente. Lo mejor de todo es que puedes descubrirlos a pie desde zonas bien conectadas como San Pablo-Santa Justa o el centro histórico, donde se encuentran nuestros alojamientos Bosco Eco Living y Savio Eco Living.
Aquí no encontrarás grandes colas ni multitudes, pero sí patrimonio, historia, arquitectura y mucha personalidad. Desde patios escondidos hasta antiguos hospitales convertidos en museos, pasando por conventos, palacios y jardines con siglos de vida.
Apostar por este tipo de turismo es también una forma más sostenible de conocer Sevilla. Te aleja del consumo masivo y te acerca al ritmo real de la ciudad. Y si además eliges un alojamiento respetuoso con el entorno, tu experiencia será aún más coherente con esta forma de viajar.
Prepárate para dejarte sorprender. Esta Sevilla menos evidente es también la más íntima y local. Y está esperando que la descubras con calma, con atención… y con una buena recomendación en la mano.
Caminar por la calle Santa Paula es como retroceder en el tiempo. A unos minutos del bullicio del centro, este rincón conserva una serenidad especial. Fundado en 1473, el Convento de Santa Paula es uno de los secretos mejor guardados de Sevilla. Detrás de sus altos muros, el visitante se encuentra con un tesoro de arte religioso, patios floridos y el sonido del silencio.
El convento pertenece a la orden de monjas jerónimas y, aunque su vida es de clausura, han abierto una parte de sus espacios para quienes desean descubrir el patrimonio que custodian. El pequeño museo alberga retablos, esculturas, pinturas y piezas de orfebrería, muchas de ellas con siglos de historia. Todo está dispuesto con una sencillez que emociona, sin grandes vitrinas ni multitudes. Es una visita que invita a la contemplación.
Pero Santa Paula no es solo arte. También es tradición viva. Las monjas elaboran dulces de manera artesanal y los venden en el torno del convento: mermeladas, pastas, tortas… productos con recetas que han pasado de generación en generación y que forman parte del alma conventual sevillana. Es difícil salir de allí sin una pequeña caja entre las manos.
El acceso es fácil y poco transitado, ideal para quienes huyen de los lugares saturados. Puedes llegar caminando desde zonas tranquilas como San Pablo–Santa Justa o la Alameda. Alojamientos como Savio Eco Living o Bosco Eco Living te permiten moverte cómodamente a pie y descubrir esta otra Sevilla, íntima y real.
Visitar el Convento de Santa Paula es mucho más que ver un monumento. Es entrar en contacto con la memoria de la ciudad, con sus ritmos pausados y su belleza escondida. Si buscas experiencias auténticas, este es el lugar perfecto para comenzar.
En pleno corazón del Barrio de Santa Cruz, oculto tras fachadas discretas, se encuentra uno de los espacios más bellos y sorprendentes de Sevilla: el Hospital de los Venerables. A menudo eclipsado por la cercanía del Real Alcázar, este antiguo hospital del siglo XVII es una joya del barroco sevillano que merece una visita pausada.
Construido para albergar a sacerdotes ancianos y enfermos, el edificio ha conservado su esencia espiritual y su impresionante riqueza estética. Al cruzar su entrada, el visitante se encuentra con un patio armonioso, rodeado de columnas y decorado con una fuente central que invita a la contemplación.
El interior es aún más asombroso. Destacan especialmente:
· La iglesia barroca, con frescos de Valdés Leal y una atmósfera solemne.
· La sacristía, con detalles arquitectónicos y ornamentales que rozan la perfección.
· Las salas de exposiciones, donde hoy se celebran muestras de arte vinculadas al Centro Velázquez, una institución cultural que promueve el arte sevillano del Siglo de Oro.
Visitar este lugar es descubrir otra dimensión de la Sevilla artística, alejada del bullicio y abierta a quienes desean observar con calma.
Desde Savio Eco Living o Bosco Eco Living, es fácil llegar caminando por el centro histórico hasta este enclave silencioso y lleno de historia. Es, sin duda, una parada perfecta para los viajeros que valoran la belleza arquitectónica, el arte y la serenidad.
Y como en muchos rincones de Sevilla, lo pequeño aquí también es grande. El Hospital de los Venerables no solo habla de arte, sino también de cuidado, de memoria y de la dignidad con la que la ciudad trata a sus mayores y a su patrimonio.
A veces, los tesoros de una ciudad no se esconden tras muros ni vitrinas, sino que se extienden al aire libre, esperando ser recorridos con calma. Así sucede con los Jardines de Murillo y la cercana calle Agua, uno de los paseos más bellos y menos conocidos del centro de Sevilla.
Ubicados junto al Alcázar pero fuera del recorrido habitual de los grupos turísticos, estos jardines ofrecen un respiro entre fuentes, bancos de azulejos y naranjos en flor. El sonido del agua y la sombra de los árboles invitan a sentarse, leer o simplemente observar cómo Sevilla se desacelera. Es un lugar perfecto para recuperar el ritmo después de una mañana de visitas.
Muy cerca, la calle Agua discurre paralela a la muralla del Alcázar. Este estrecho pasadizo, envuelto por buganvillas y el rumor de las fuentes interiores del palacio, tiene algo mágico. A lo largo de su historia, ha sido camino real, calle de leyendas, y refugio de poetas. Caminar por aquí es sentirse dentro de un cuadro vivo, lleno de matices y silencio.
Desde Bosco Eco Living o Savio Eco Living, se llega fácilmente caminando, y eso es parte de su encanto: este tipo de rincones solo se descubren si uno deja el mapa y sigue la intuición. Es la Sevilla que no grita, pero que se queda grabada.
Quienes buscan una conexión real con el alma de la ciudad encontrarán en este paseo una experiencia sensorial completa. Aquí no hay colas ni entradas. Solo historia, vegetación, y la suave certeza de estar en el lugar adecuado.
Muy cerca de la bulliciosa calle San Luis, en una antigua casa sevillana reconvertida, se esconde uno de los espacios más auténticos de la ciudad. La Casa del Pintor no aparece en los folletos turísticos, pero es uno de esos lugares que los locales sí conocen. Un taller, una galería, un refugio de artistas. Un rincón que respira creatividad.
Allí se mezclan pinturas a medio terminar con exposiciones ya montadas, olores de óleo con música suave, y visitantes silenciosos con vecinos que entran por curiosidad. Cada habitación de esta casa blanca guarda una historia distinta. Algunas acogen muestras de artistas emergentes, otras se utilizan para clases de pintura, encuentros literarios o presentaciones de libros.
Lo más interesante es que no hay una visita típica. Puedes encontrar el patio abierto, con sillas dispuestas para un recital de guitarra, o a un pintor trabajando con la puerta entreabierta, dispuesto a conversar. Es una experiencia imprevisible, real y profundamente humana.
Este tipo de espacios no solo muestran arte, sino que lo hacen accesible. Cercano. Vivo. Si te alojas en lugares como Bosco Eco Living o Savio Eco Living, puedes llegar caminando en menos de 20 minutos y aprovechar para recorrer el barrio de San Luis, lleno de bares tranquilos, pequeñas iglesias y un ritmo más pausado.
La Casa del Pintor no busca llamar la atención. Está ahí, para quien tenga la sensibilidad de verla. Y es justo eso lo que la convierte en una joya.
No todos los miradores están en lo alto de una torre. Algunos se encuentran donde el horizonte se abre sin aviso, donde la ciudad se detiene y respira. Así es el mirador natural del Parque del Alamillo, un rincón silencioso al norte de Sevilla, desde donde se contempla otra cara de la ciudad: más abierta, más extensa, más verde.
Este parque, el mayor de la ciudad, es un pulmón urbano poco transitado por los visitantes. Su amplitud permite perderse sin prisa entre senderos de tierra, lagos, eucaliptos y olivos centenarios. Y en uno de sus extremos, lejos del ruido y de los caminos centrales, se abre un claro que ofrece una vista inesperada: Sevilla en calma, con la silueta de la Cartuja, los puentes del Guadalquivir y, al fondo, las torres del casco histórico.
El lugar no está señalizado. No hay barandillas ni paneles turísticos. Solo una elevación natural del terreno, una brisa suave y la sensación de haber encontrado algo solo tuyo. Ideal para leer, escribir, meditar… o simplemente observar.
Quienes se alojan en Bosco Eco Living o Savio Eco Living pueden llegar en bicicleta o incluso caminando si se toma la ruta adecuada. Es un paseo distinto, que atraviesa barrios reales y conecta con un parque que los sevillanos usan para merendar, correr o llevar a los niños. Un entorno auténtico, cotidiano, que te acoge sin exigencias.
En este mirador no se escucha el bullicio de los turistas, ni el sonido de las campanas. Solo el viento entre los árboles y algún pájaro lejano. Un final perfecto para quienes entienden que también se viaja para detenerse.